Biografía
Textos: Dr. Antonio Moreno González
La vida de Albert Einstein ha despertando tanto interés entre doctos y profanos que posiblemente sea el individuo del que se conoce más al detalle, casi puede decirse que día a día, lo que hizo, por dónde anduvo, con quien se relacionó, sus gustos, a qué dedicaba el tiempo libre... prácticamente todo lo que aconteció en su vida, fructífera, intensa y azarosa. Tal es su fama que, con toda seguridad, preguntada cualquier persona por el nombre de un científico, éste sería el de Einstein, y ante retratos de científicos el primero en ser identificado sería él.
Sobre él escriben y hablan las gentes más diversas con intereses a veces contrapuestos: se le ha ensalzado como científico pero también se le ha acusado de plagiario y embaucador; se le ha mitificado como pacifista y defensor de los indefensos, frente a quienes lo han vituperado como "padre de la bomba atómica"; se le ha encumbrado como hombre recluido en un mundo privilegiado por la ciencia, a la vez que se le ha reprochado su constatada vocación de persona desatenta con la familia y amante infiel.
Sin embargo, el conocimiento de su obra no ha ido paralelo al de su vida, circunstancia que él siempre lamentó y que le llevó a verse "como una especie de rey Midas, pero con la diferencia de que a mi alrededor no se convierte todo en oro, sino en una especie de circo". La soledad en que prefirió mantenerse; la incomprensión y el acoso que hubo de soportar desde ámbitos hostiles, políticos, sociales y académicos; la descarada manipulación de su nombre y su imagen para promocionar productos o abanderar causas de todo tipo, no consiguieron apartarlo de su más preciado refugio: la ciencia. Ciencia que practicó de forma muy personal, en cierto modo como un "outsider" de los procedimientos académicos, renunciando incluso a las formas habituales para progresar en el escalafón.
Pensando, actitud habitual de Einstein