Los años Berlineses

Textos: Dr. Antonio Moreno González

Tras el breve desempeño de una cátedra de física teórica en la Universidad de Praga, vuelve a Zurich porque es nombrado profesor asociado de su admirada Escuela Politécnica. En Praga se integró en la comunidad judía, percibiendo de primera mano los problemas de aquellas gentes, iniciándose entonces en la defensa de la causa sionista. Poco disfrutó de la estancia en la Politécnica; en 1913, Planck y Nernst lo visitaron en Zurich para proponerle una posición ventajosa en la Academia Prusiana de Ciencias: la dirección del inminente Kaiser Wilhelm Institute for Physics y la condición de profesor de la Universidad de Berlín sin obligaciones docentes. La oferta no podía ser más tentadora, sobre todo porque se veía liberado de la rigidez horaria de las clases que tanto detestaba, el sueldo era bueno, y además no tenía que ocuparse de clases numerosas.

Tras el fecundo año 1905, había iniciado la generalización de la teoría de la relatividad, restringida a sistemas inerciales, a sistemas no inerciales. Si bien en sus exitosos trabajos anteriores contó con los anticipos de Planck respecto a la teoría cuántica de la luz para explicar el efecto fotoeléctrico y la inspiración de los trabajos de Lorentz para la teoría especial de la relatividad, ahora se encontraba ante una situación completamente nueva y sin precedentes. En solitario, como en realidad fue toda su carrera, emprendió en 1907 las tentativas de lo que finalmente sería la teoría general de la relatividad, publicada en Annalen der Physik .

El intenso trabajo debilitó su salud; enferma del hígado y le diagnostican úlcera de estómago, padecimientos que ve aliviados gracias a los cuidados de su prima Elsa Loewentahl con quien se casó en 1919, tras el divorcio de Mileva. Ese mismo año se confirman sus predicciones sobre la desviación de la luz a su paso por un campo gravitatorio intenso. Se lo comunica jubiloso -"¡felices noticias hoy!" - a su madre, enferma en un sanatorio que murió al año siguiente en casa de Einstein, en Berlín. La noticia llega a las sociedades científicas, se comenta en las universidades y salta a la prensa internacional: Einstein se hace, muy a su pesar, irremediablemente famoso.

Pero ni la fama pública, ni sus contribuciones científicas, fueron óbice para ser perseguido y repudiado, incluso por algunos colegas, dada su condición de judío. Alineado con el sionismo, antimilitarista y, sobre todo, persona moralmente íntegra, no se doblegó al acoso del nazismo y antisemitismo instigado por el otrora cabo Adolf Hitler y sus secuaces que llegaron a poner precio a la cabeza de Einstein: 5000 dólares. Hastiado por la situación acaba abandonando Europa, para siempre. El 7 de octubre de 1933 embarca en Southhampton (Inglaterra) en el trasatlántico Westernland rumbo a Nueva York, en compañía de Elsa, su mujer, su secretaria Helen Dukas y el ayudante que tenía entonces, Walther Mayer. Días antes había pronunciado en el Royal Albert Hall de Londres un discurso sobre "Ciencia y Libertad" consiguiendo un millón de libras para ayuda de los refugiados alemanes, entre los que Einstein ya se contaba.

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Última foto en Berlín, 1 de diciembre de 1932, hecha por un paseante ocasional