Viajes, honores y distinciones

Textos: Dr. Antonio Moreno González

A pesar de su independencia y aversión a los hábitos sociales, alcanzó un reconocimiento científico y público, inusual hasta entonces para un científico. Era requerido para participar en cualquier acontecimiento público de las más diversas índoles; su nombre y su imagen llegaron a cualquier rincón del mundo. Pero, sobre todo, hay que destacar que entre los científicos era respetado y sus opiniones escuchadas con atención. Su presencia en congresos y reuniones era esperada con inquietud y admiración como recuerda Bohr, su más contumaz oponente cuántico, a propósito de Congreso Solvay de 1927: " En las reuniones Solvay, Einstein había sido desde el comienzo una de las figuras más prominentes, y varios de nosotros llegamos al Congreso ansiosos de conocer sus reacciones ante los últimos progresos (a la teoría cuántica, se refiere)". En 1911 ya gozó Einstein del privilegio de contar entre la veintena de físicos convocados para el primer congreso Solvay que trató sobre "La teoría de la radiación y los cuanta".

En 1909 recibe su primer doctorado honoris causa en la Universidad de Ginebra, al que le sucederían otros muchos, entre ellos el de Universidad Central de Madrid, y las universidades más prestigiosas de su tiempo, sobre todo a partir de 1919 que le sobrevino la popularidad a que va unido para siempre.

En 1921 visitó por primera vez Estados Unidos, en compañía del líder sionista Chaim Weizmann con el fin de recaudar fondos para la creación de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Otros lugares visitados fueron Japón, China, Sudamérica, Palestina, además de los frecuentes recorridos por países europeos. Los viajes tuvieron como finalidad difundir y debatir sus teorías científicas, acudir a actos y celebraciones ensalzados con su famosa presencia y apoyar la causa judía en su búsqueda de un territorio nacional. En 1952, a la muerte de Weizmann, le fue ofrecida la presidencia del Estado de Israel, que agradecido y respetuoso no aceptó alegando: "Sé algo sobre naturaleza, pero apenas nada sobre seres humanos". De paso pidió al embajador de Israel en Estados Unidos, que le había trasmitido la propuesta, hiciera lo posible para que "los periodistas levanten el sitio a que tienen sometida mi casa".

De entre los recorridos hechos por Einstein en la década de los años 20, la estancia en París del 28 de marzo al 10 de abril de 1922 fue singular. La teoría de la relatividad, que en todas partes fue su contribución científica más atractiva y provocadora, se difundió pronto en Francia, pero con la peculiaridad que gran parte de los científicos franceses no se consideraron concernidos por la teoría porque consideraban que sería algo pasajero, cuando no extravagante, ya que para ellos las leyes de la ciencia habían tocado techo y sólo faltaba un toque final para dejar armado definitivamente el edificio según la concepción comptiana de la ciencia. Paul Langevin (1872-1946), para reducir tamaña ignorancia, intentó llevar a Einstein al Colegio de Francia en 1914 con la desafortunada coincidencia del estallido de la Primera Guerra Mundial que frustró el intento.

La confirmación de la teoría general de la relatividad en 1919, hizo a Einstein famoso en todo el mundo, especialmente en Inglaterra; en cambio apenas hubo noticias de tan sobresaliente hallazgo en Francia, pero sí desencadenó enfrentamientos entre los científicos franceses propiciando la aparición de noticias y artículos en la prensa. Aprovechando el ambiente caldeado, Langevin consiguió llevar a Einstein a París, calentando aún más los ánimos como consecuencia del desarrollo y desenlace de la guerra que aumentó sobremanera las tensas relaciones entre Francia y Alemania. Para quienes veían con buenos ojos la presencia de Einstein en Francia, éste era presentado como un sabio suizo; para los reticentes, era simplemente un alemán cuya presencia podría herir "muy respetables sentimientos patrióticos". De la complejidad de la teoría, del paradójico personaje que despertó "la adoración de un ídolo incomprensible para todos" y de la división entre los científicos que puso de manifiesto públicamente cómo la ciencia está sometida a revisiones y mudanzas, se hicieron eco la prensa, la Universidad, las instituciones científicas, las tertulias y las gentes de la calle, con el consiguiente debate que en opinión de los estudiosos del fenómeno fue "excepcional, pero efímero".  

Meses después de su paso por Francia, el 10/11/1922 le comunican durante su gira por Asia la concesión del premio Nobel correspondiente al año 1921 "por sus contribuciones a la Física Teórica y especialmente por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico"; había sido candidato en ocho ocasiones más. Recogió el premio en su nombre el embajador alemán en Suecia. Einstein hizo la lectura correspondiente ante la Asamblea de Naturalistas Nórdicos en Gothenburg en julio de 1923 sobre "Ideas fundamentales y problemas de la teoría de la relatividad", por la que él se consideraba más acreedor al premio. La dotación, 32500 dólares, se la hizo llegar a Mileva cumpliendo el acuerdo suscrito en las cláusulas del divorcio años ha seguro de que algún día le llegaría tan prestigioso galardón. Aquel dinero fue destinado a la compra de tres viviendas cuyas rentas permitieron a Mileva   sobrevivir y sufragar los elevados gastos del tratamiento psiquiátrico de su hijo Eduard.

Durante los 22 años que vivió en Princeton, hasta su muerte en 1955, no viajó fuera de los Estados Unidos ni recibió distinciones dignas de mención. Una vida, al fin, tranquila como siempre deseó, entregado al estudio, la reivindicación de la paz mundial, la música y la navegación mientras sus fuerzas se lo permitieron. Uno más entre quienes habitaban aquellos contornos, admirado y querido por el vecindario para quienes siempre fue: el profesor.

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5º Congreso Solvay, 1927

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A su llegada a París, 1922