Cátedra ofrecida desde Madrid

Textos: Dr. Antonio Moreno González

Desterrado de Alemania, Francia le ofrece un curso a su medida en el Colegio de Francia; Inglaterra, la ciudadanía británica; otros países aspiraron a captarlo para sus universidades. Entre todos, como sabemos, ganó la partida Estados Unidos. Desde España también lo intentaron.

En abril de 1933 el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Fernando de los Ríos, da la noticia de que Einstein había aceptado hacerse cargo de una cátedra extraordinaria en un instituto de investigación, que llevaría el nombre de Albert Einstein, adscrito a la Facultad de Ciencias de la la Universidad Central de Madrid. Intervinieron en la gestión Ramón Pérez de Ayala, escritor, a la sazón embajador de España en Gran Bretaña, y Abraham Shalom Yahuda, profesor que fue de hebreo en la universidad madrileña, elegido por Einstein como su portavoz para este asunto. Los pormenores de   este encomiable empeño republicano por apoyar la ciencia, contando con figuras tan sobresalientes como Einstein, los cuentan J. M. Sánchez Ron y   T. Glick en La España posible de la Segunda República (Universidad Complutense, Madrid, 1983).

En realidad, la intención primera de Einstein en cuanto a su ubicación fuera de Alemania era la de mantener estancias periódicas en lugares distintos: Leiden, Oxford, París, Caltech, Princeton, incluso España cuando todavía barajaba la posibilidad de aceptar la cátedra ofrecida. Lo deja muy claro en la carta dirigida a Pérez de Ayala en respuesta a otra de éste en que le proponía la disponibilidad de una casa, obsequio del gobierno español: "Para un gitano como yo, que puede permanecer en España solamente un tiempo relativamente corto, sería mucho mejor alojarme en un hotel...Una casa, como observó correctamente Schopenhauer, es algo parecido a una mujer: más que poseerla, uno es poseído por ella".

Aunque Einstein, en algún momento, barajó la posibilidad de dirigir el Instituto su pretensión era colocar de manera fija en él a alguien de su confianza. Un primer nombre propuesto por Einstein fue el ya entonces premio Nobel, Max von Laue, buen conocedor de la teoría de la relatividad. Laue no era judío, como advierte Einstein en la carta a Yahuda (5/5/1934) donde lo propone, pero su permanencia en Berlín se había hecho insostenible porque defendió cuanto pudo a sus colegas judíos. Era difícil encontrar nombres adecuados al cargo porque a aquellas alturas porque "los colegas judíos exiliados más importantes en el campo, todos han sido colocados ya", escribe Einstein. Como se ve la creación de la cátedra en Madrid estaba asociada a los intentos de ayuda a la causa judía, pero Einstein empezaba a darse por vencido:

"Me he estrujado los sesos acerca de la cátedra española. Aparentemente Laue no quiere ir allí. Vacila mucho e incluso duda si abandonará Alemania: Se rumorea incluso que Hitler se tambalea. La situación es muy diferente con respecto a Born. Aparentemente, intenta utilizar esta oferta para establecerse en Inglaterra. Sin embargo, si no lo consigue, probablemente aceptaría la posición en España. Sería bueno que supiésemos pronto cómo están las cosas. Si no resulta lo de Born, designaría al Dr. Leopold Infeld". (Einstein a Yahuda, 10/6/1934)

Los nombres posibles eran de primera fila, pero Einstein se resistía a tomar posesión de la cátedra, condición primera para nombrar a alguien con permanencia en el Instituto. No pudo ser porque Einstein había optado por Princeton y también porque la situación política se estaba encrespando tanto que impidió encontrar una salida favorable a la creación de la cátedra. No tardó en producirse la sublevación del general Franco que echó definitivamente al traste estos y otros tantos buenos propósitos para la ciencia española.

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Con Ramón Pérez de Ayala y Abraham Yahuda que trasladaron a Einstein la decisión del gobierno republicano de crear una cátedra para él en la Universidad Central de Madrid, 1933